La Tormenta
“Debería darte vergüenza cabrón, no sé ni como te llamas
pero mira que hacer tanto desmadre por nada!” le dijo el motociclista al oído.
Las personas a su alrededor no se percataron de sus palabras
debido al sonido de la tormenta sobre las láminas galvanizadas.
Afuera la lluvia no cesaba, habían transcurrido casi seis horas de una intensa lluvia y granizada que provocaron un desastre por varias partes de la ciudad.
Afuera la lluvia no cesaba, habían transcurrido casi seis horas de una intensa lluvia y granizada que provocaron un desastre por varias partes de la ciudad.
Es costumbre que en Xochimilco las calles se cierren por
casi cualquier cosa, que si el bautizo del niño, los XV años de la nena, El
Niñopa, la posada, la salida de los chalmeños, la llegada de los chalmeños, el
Niño dormidito, La Virgen de Xaltocán, la feria que dura hasta quince días
impregnando de olor a orines las casas de alrededor, la santa cruz, el día del
niño, la madre, el grito, y hasta por un miserable velorio!
Esa noche las calles se inundaron de tal manera que ni las
camionetas grandes podían pasar, el tráfico entre callejones provocó un
congestionamiento que ni los pocos voluntarios mojados podían deshacer.
Autos descompuestos, sobrecalentados sin un lugarcito para arrinconarse y permitir
el paso a los demás, mucha agua y basura flotando, granizo y hojas de los
árboles desprendidas por el impacto de las canicas de hielo que esta vez don
Tláloc nos mandó.
Y para colmo de los colmos, cuando uno cree ver la salida a
la calle liberada se da un frentazo con un velorio que tapa toda la calle con
sus sillas plegables, enlonado y mesas atravesadas para que los autos no
molesten la santa paz del que hoy ya reposa entre flores y veladoras, mientras
los dolientes hacen chistes de la lluvia y se echan unos tragos a salud del que
se fué.
Una fogata a media calle a modo de estufa, las doñas se
organizan para servir café y pan de dulce a los mojados concurrentes, mientras
los autos pequeños tratan de dar la vuelta y regresar por donde vinieron, el
caos es total, no hay manera de hacerlo si el microbús no retrocede y para que
retroceda necesita que también se quiten los bicitaxis que lo siguen.
Un motociclista avanza, en ocasiones por la orilla evitando
caer en las coladeras destapadas, las adivina por el pequeño remolino de basura
que flota sobre ellas, en otros tramos de plano se tiene que subir a la
banqueta para poder avanzar, la lona que cubre la calle tiene un pequeño
espacio que bien podría usar para pasar pero en el último momento decide
detenerse, apaga su moto , se apea y sin quitarse el casco, pide permiso y
entra escurriendo el piso de cemento hasta donde el ataúd guarda los restos de un caballero de mediana
edad, canoso y con tapones de algodón en la nariz.
Lentamente y sin quitarse el casco se acerca al oído del
difunto y le susurra algunas palabras que nadie escuchó, sale sin despedirse y
se aleja a bordo de su corcel.
La mañana siguiente un gran alboroto recorre el barrio
aquél, los pregoneros de un periódico sensacionalista gritan algo bastante
raro.
Cuentan que el difunto se levantó y abrió los ojos causando
pánico a todos los asistentes que sobra decirlo, salieron huyendo despavoridos
de la casita aquella. Al salir de su encierro, el difunto lleno de vergüenza y
llorando comenzó a levantar las mesas, sillas y a hacer a un lado las coronas
de flores que le habían llevado, apagó la lumbre del fogón y derramó al
pavimento el café sobrante, los autos con los vidrios empañados comenzaron a
avanzar, mientras el difunto-aún con los tapones de algodón en la nariz-
trataba inútilmente de disculparse con los conductores.
Sólo uno de ellos bajando el cristal empañado sacó una mano
y le dio una moneda de cinco pesos que el difunto agradeció y se guardó en el
bolsillo.
“La próxima vez que me muera estaré atento al pronóstico del
tiempo –pensó en el idioma que sólo los muertos conocen-nunca me gustó ser una
molestia para nadie en vida, mucho menos ahora que ya estoy muerto”
Dicho (o más bien pensado) lo anterior se encerró en su
casita a esperar que el clima mejore.
En la televisión resaltan la nota de que un perro mordió a
una niña y que la tormenta durará varios días más.
23 Mayo 2018.