jueves, 3 de noviembre de 2011

INSTRUCCIONES PARA PERDERSE EN LA CAPITAL (12.60 A.M.)

(Publicado en http://www.culturablues.com/) Noviembre de 2011
No sé, bien a bien, si la intención de mi padre era enseñarnos a andar de vagos, a ponernos bien “truchas” o… si en el fondo, le hubiera gustado que nos perdiéramos, para ver nuestras caras en vivo y en directo, desde la barra de “personas extraviadas, servicio a la comunidad” que presentaban en la Tele; y donde además, con un poco de suerte, hasta te tocaba ser llevado al estudio “B” del Canal Cinco en Televicentro.

Como comenté en la entrega anterior, el oficio de fotógrafo ambulante requería un vasto conocimiento de rutas, modalidades de transporte y mucho “ojo de chícharo” para la exploración de las diversas zonas de la capital; zonas que, en ocasiones, se tornaban bastante peligrosas para dos chamacos pre-púberes, con cara de personajes de Buñuel.

Las instrucciones de nuestro padre para llevar algún trabajo a un determinado lugar eran, más o menos de la siguiente manera:

“Toman el camión que va a Mesones, se bajan en Municipio Libre, se pasan a la esquina contraria, esperan el trolebús que diga “Mixcoac” le piden al chofer que los baje en el mercado de Revolución, ahí pasa un camión que dice Observatorio y a donde llega buscan la calle que se llama “Camino de Toros” suben cuatro cuadras hasta donde está una tienda que tiene un escalón altote y un letrero de “Pepsi”, dan vuelta a la derecha caminan otras dos cuadras, ahí en la segunda cuadra tienen cuidado porque salen unos perros muy bravos, así que mejor caminan por la banqueta de lado derecho., Pasando el poste de fierro que está pintado de azul, van a encontrar una peluquería y junto a ésta, hay un zaguán rojo que tiene tres timbres, tocan el de en medio y a la persona que les abra le preguntan por Don Juan Zacarías y le dicen que llevan las fotos de los quince años de Espergencia del Olmo, son 52 fotos de a peso cada una, si se las paga de un jalón que bueno, si no que les diga para cuando las quiere…NO SE LAS VAYAN A DEJAR ¿Eh? Si les pide una rebajita se las dejan de a ochenta centavos lo menos, así que entonces ¿si son 52 de a peso cuanto les tiene que dar?, 52 pesos ¿verdad? pero si se las dejan de a ochenta ¿Cuánto es?...decía esto mientras hacía la cuenta con sus números bien dibujados sobre un pedazo de papel de estraza…son…$41.60, ¿Estamos? Bueno, se van con cuidado y se regresan de la misma manera, nos vemos en la tarde”









Palabras más, palabras menos, esa era la manera en que nos transfería parte de su responsabilidad.

Era bastante complicado aprendernos todas las instrucciones de un jalón, sin USB o MP3 de por medio; así que siempre íbamos bien “truchas”, pelando tamaños ojotes: buscando los perros azules o el poste de pepsi con tres timbres donde había un trolebús en el escalón para preguntar por don Justo Espergencio y dejarle las fotos fiadas al peluquero para el siguiente fin de semana (no siempre los seres humanos han tenido un terabyte de memoria, perdón)…Cabe aclarar que ¡siempre regresamos con bien a casa!, todos asoleados, con cara de susto por las corretizas de los perros, hambrientos y, lo más sorprendente, es que lo hacíamos sin contar con GPS!

Era el año de 1975 y mi madre, temerosa de que algún día en verdad se le fueran a perder sus hermosos críos, haciendo gala de manejo eficiente de la economía doméstica, le compró a mi hermano (ya con edad para manejar) ¡su propio automóvil! Un Vauxhall de cuatro puertas color verde botella que, para nosotros equivalía a tener nuestro propio Ferrari; el carrito verde traía un radiecito de teclas con sus bocinas ocultas en el tablero. Gracias a él, podíamos sintonizar y una estación,en a.m. por supuesto, que se llamaba “Radio Capital”; en ella transmitían música de bandas como Los Rolling Stones, The Guess Who?, Los Doors ,The Who, Chicago y muchas bandas más, ¡todo un oasis para nuestros cerebros viajeros!. Entre los programas que marcaron para siempre nuestros oídos destacan: “Estudiantes 12.60”, “Rock a la Rolling”, “El mundo Romántico de Demiss Rousos y Los Bee Gees”, “Cara a Cara” o “Vibraciones” -sin duda el más Heavy de aquellos tiempos-.



¿Cómo olvidar la incomparable voz del maestrazo César Alejandre? Sobre todo cuando ponía a competir dos melodías una del viejo cuño rockero, contra otra de hechura más “moderna”, en un programa que se llamaba “Cara a cara” en el cual los radio-escuchas, a través de llamadas telefónicas, (en aquellos tiempos no había nacido el inventor de la palabra “twitt”) decidían cuál melodía se debía programar

¿Cómo no recordar la voz de Manuel Camacho –con cierto efecto y “delay” que marcó la diferencia con otros locutores de la época- cuando anunciaba, ceremoniosamente: “Muuuuy buenas noches…”; para luego desvelar el nombre del grupo siguiente que, por lo regular, no era de lo más comercial del momento?, En tal estatus se encontraban grupos como Focus, Bachman, Turner, Overdrive o el mismísimo Canned Heat.

De ésta manera incrementamos nuestra cultura musical, conocimos temas como: “Boogie Refrito”, “American Woman”,”Cuztard Pie”,”Jumping Jack Flash”, “You ain't seen nothin' yet”,”Roadhouse Blues” y ¿Por qué negarlo? También rolas con bastante melaza como "When I'm a Kid",”Melody” y tantas y tantas rolas de inolvidable hechura que se grabaron a fuego en nuestras mentes.

El nocheriego programa llegaba a nuestros avispados oídos, gracias a un viejo radio marca Phillips y a puerta cerrada, para no interrumpir las telenovelas de la “Jefa” quien no dudaba, entre comercial y comercial, en violentar la chapa para ver ¡qué estábamos haciendo!. Mi pobre madre se imaginaba que nos sorprendería en pleno proceso de transformación zombie, o algo así.


 


La ciudad…abierta como el mar; en ella, pudimos recorrer más distancia en menos tiempo y de paso ser testigos de la paulatina transformación del entorno. Conocimos otros rumbos, nuevas rutas para llegar a donde nos mandaran. Exploramos calzada de Tlalpan en dirección Sur desde Taxqueña, sorteando sus famosos cruceros de la muerte en Xotepingo y El Reloj, hasta Ciudad Jardín; hacia el centro, los no menos peligrosos cruces con las avenidas: Emiliano Zapata y Municipio Libre.



Conocimos el periférico, zona hasta entonces, vedada a nuestros ojos - conocida en aquel entonces como periférico sur porque, efectivamente, sólo llegaba al Sur, una barda de piedra y un pozo de agua cerraban el paso a los carriles que terminaban de manera abrupta frente a la pista Olímpica de Canotaje de Cuemanco; de ahí, se podía rodear por camino de terracería con dos carriles, casi siempre inundados y desbordados por las aguas estancadas del canal de la Ciénega, para salir hacia la avenida Tláhuac pasando por las Torres.

Época difícil para los habitantes de la zona que hoy conocemos como la avenida División del Norte, en Xochimilco. En aquellos tiempos, no se permitía la construcción lo que ahora llamamos “La Cebada” o “Barrio 18”, sobra decir que ésa, era razón suficiente para que no se le proveyera de servicio alguno; ni que decir de cuando, en época de lluvias, el agua literalmente les llegaba a las rodillas. No obstante, a temprana hora, se podía observar en la avenida, parejas muy “ajuareadas” para ir a trabajar, con un par zapatos en una mano, portafolios en la otra, calzando botas de hule largas y cuidándose de no caer en algún hoyanco cubierto de lodo, que malograra el cuidadoso arreglo mañanero. Una vez en la avenida, se cambiaban el calzado y el acompañante regresaba a casa con las botas en la mano, ésta era rutina de horarios específicos por la mañana, y por la tarde, ¡todos los días de la semana!



Sobre la Avenida División del Norte existían innumerables expendios de elotes, cocidos en tinas enormes y cubiertas por coloridos manteles, y puestos a recocer sobre anafres de metal; dichos locales, mostraban pequeñas bardas en sus pórticos para atajar el agua de las inundaciones que, agitada por el paso de camiones de pasajeros repletos al estilo Vargas en sus tiras de “La Familia Burrón”, amenazaban con colarse al interior de sus comercios.

En ocasiones el agua era tanta, que la calzada sólo se podía reconocer por los ahuejotes sembrados en su camellón central ¡Ni qué decir cuando de pasar por ahí en auto se trataba!, era necesario hacerlo con suma precaución y a una velocidad muy, pero muy moderada…para evitar que el agua llegara a mojar el distribuidor y en consecuencia, el auto se apagara en medio del “charcote” aquél. ¡Imagínense! tener que empujar el carrito 500 ó 600 metros, con una fila enoooorme de autos detrás tocando el claxon

Eran tiempos difíciles pero nada que una buena rolita de Radio Capital, aún con el agua a las rodillas no ayudara a superar con buen ánimo rockero!!



Corrección de estilo: Lic. Mirna González Castañeda



Bibliografía y Links

http://www.panoramio.com/photo/33842629

http://sangrepesada2.wordpress.com/2009/02/10/v-a-60/

http://checoblog.wordpress.com/2007/02/20/el-tunel-del-tiempo/

http://www.musicaheavy.org/

http://www.raw-tcsd.com/RAW1__c.htm