encuentro una huella que no es propiamente mía aunque se parece,
la tomo, la guardo en un morral que alguna véz Papá trajo desde Guatemala,
junto a mis pasos
que ya para esta hora son miles..
levanto un beso que alguna vez se me cayó
un suspiro y una lágrima sin sal
Encuentro al niño que fuí, que sigo siendo para mi madre
que es niña como yo y jugamos a escondernos las cosas,
a escondernos el uno del otro y reímos cuando al final del día
nos encontramos sentados en la misma vieja sala de la que nunca nos movimos.
Hoy he vuelto a recorrer las calles que son mías y suyas
el mercado en donde a pesar de la muerte despachan
caras que ya conocía de tiempos idos,
el mismo viejo barrio con todo y la tienda de la güera
que nunca encuentra quien le ayude a ordenar todo
en los anaqueles semi-vacíos, mientras grita y se desespera.
Dentro de la panadería Don Nico, acomoda sus canastos de pan,
en su mostrador una alcancía de madera pintada de verde
pide ayuda para su pueblo hundido por un volcán recién nacido
Que te puedo decir que no conozcas?
Busco un pretexto para pasar frente a las casas que alguna vez habitamos
y en las que tantas veces nos reímos juntos
en la ventana veo los rostros de mis hermanos niños
que me hacen señas para que armados con palos de escoba juguemos a la guerra
o a los piratas a bordo de nuestro viejo barco de sábanas
y sillas rotas.
¿Quieres café? pregunta mientras amarra su cabello y camina
como siempre a la cocina
Yo, repaso a tientas las paredes, los libros y los discos
encuentro una huella de su mano, que es y ya no es más
la guardo en mi cartera,
de mi morralito tejido se escapa
una lágrima sin sal y el beso que le dí en la frente.
Escucho una voz suavecita que me habla al oído
al tiempo que dice: "No chille, ¿que no es macho?
In Memoriam Rosa María Palacios Amézquita
