martes, 28 de agosto de 2007

Marte,el planeta rojo.


Hace unos días recibí un correo de alguien que conozco en el cual se decía:
"Marte , el planeta rojo estará muy cerca de la tierra el próximo 27 de Agosto alrededor de las 12:37 de la noche, tan cerca como nunca nadie podrá verlo jamás"


Pues resulta que exactamente a las 12 de la noche me preparé a observar tan singular acontecimiento, me puse la chamarra, los guantes, la bufanda y saqué de su caja mi telescopio portátil.


Debidamente preparado y equipado para ser testigo de como se acercaría el planeta rojo a la tierra, decidido, subí a la azotea acompañado de los gatos del vecino que siempre, inevitablemente, buscan sorprenderme untandome los bigotes en los pies, a pesar de que saben bien que me disgusta que me llenen de pelos los pantalones!


No pude evitar mirar los ojos de la gata gris que recién acaba de parir a un par de gatitos (obvio, no?) atigrados y de ojos verdes como su madre, que se me quedó observando como si tratara de leer mis pensamientos: ¿y a éste que mosca le picó? ¿de que se disfrazó? ¿acaso nos piensa quitar nuestro trabajo?


¡Eso no es justo! ¿a nosotros que tenemos tantos años de patrullar las azoteas y vigilar que las cosas marchen en el extricto orden en que lo dispuso el universo? ¿a nosotros que siempre andamos ahuyentando a los fantasmas para que ellos puedan dormir sin sobresaltos? ¡No es justo, no es justo!


Deberíamos acorralarlo y obligarlo a saltar hasta la otra azotea-sugirió el menor-, a ver si es cierto que puede hacer nuestro trabajo, a ver si puede caer de pie como nosotros...


Mira que venir a nuestros dominios sin siquiera haberse untado los bigotes antes con saliva,¡que descaro! mira que venir a retarnos en nuestra propia casa ¿acaso estará loco? ¿podrá ver a través de la gente como nosotros? ¿sentirá en el lomo, como nosotros, el polvo que desprenden las brujas al volar?


En ese trance estaba cuando me percaté de que entre los gatos y yo, había surgido una nueva manera de comunicarnos, de entendernos y ¡por supuesto que no quiero su trabajo! les dije (o más bien lo pensé, aunque estoy seguro de que lo pudieron leer en mi frente), me dispuse a bajar de la azotea un poco entumecido por el frío de la madrugada, no sin antes permitirles untarme los pies con los bigotes, ya que esta es la manera en que te aceptan o te dan la bienvenida a ese selecto grupo de iniciados en las artes gatunas y además sirve para que tus pasos siempre te lleven con bien a donde vayas(cuando vayas de viaje deja que los gatos se enreden en tus pies, esto asegura el regreso con bien y evita que te pierdas).


Son casi las tres de la mañana y regreso a mi cama seguro de que ahí, en las alturas, habrá toda una red de maullidos -detectores de fantasmas que velaran mi sueño.


Ah, por cierto, nunca pude ver a Marte, pero ahora sé que sólo fué un buen pretexto que tal vez, ellos inventaron.

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