jueves, 4 de agosto de 2011

Mentes en Construcción Agosto

publicado en http://www.culturablues.com.mx/
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Sexo Sucio (Nasty Sex)


¿Cómo puede un chamaco de casi 9 años de edad, no ser influenciado por sus hermanos mayores?

Esta pregunta creo que debieron hacérsela mis padres a tiempo y en aras de evitar las malas influencias, quedarse solamente con la hija mayor, pero no, en aquellos lejanos días setenteros ni siquiera se pensaba en el slogan cantadito en la radio que rezaba: ¡La Familia pequeñaaaa…vive mejoooor!, aún era común en nuestra sociedad tener “los hijos que Dios nos mande” y hete aquí que en nuestra familia resultamos ser seis hermanos en donde yo ocupaba el lugar número 4, así que ¿Cómo no ser influenciado por los hermanos mayores? …Imposible, diría yo!

Así que la influencia musical siguió llegando a la casa paterna sólo que esta vez de la mano de otro de mis hermanos, que un buen día de 1971 trajo consigo un disquito de vinyl de 45 rpm con sólo dos (o eran 3?) temas de un grupo de Guadalajara que se hacía llamar “La Revolución de Emiliano Zapata”, (hoy en día me pregunto: ¿Qué demonios tuvo que ver Emiliano Zapata en Guadalajara?, confieso que lo ignoro) pero así era como se llamaba la banda de rock netamente Mexicano y cuyo mayor éxito fue la rolita titulada “Nasty Sex”, de los mas groooovie que podía sonar en la radio y que en aquella ocasión podíamos tocar en la vieja consola de casa, ¿Qué más podíamos pedir?

Hay que aclarar que la lisergia reinaba en muchos ámbitos de nuestra sociedad, desde la decoración con colores psicodélicos hasta la indumentaria de los jóvenes, se pusieron de moda los pantalones “unisex” aunque tampoco era raro ver a los más “gruesos” utilizando pantalones de mezclilla que previamente habían sido sumergidos en Coca-Cola y que después de ello nunca se volverían a lavar ni por error, los chalecos estilo sioux , los collares con colgantes de “paz y amor”, las camisas de manta, las bandas de colores en el pelo de las chicas, huaraches y morrales y el infaltable olor del hippie mexicano (jippiteca, le llamaban), el olor a patchuli e incienso, ni que decir que los de más recursos usaban chamarras del u.s. army gastadas y en ocasiones decoradas con el símbolo de la paz y el amor.

Al menos así se vestían algunos de los amigos de mis hermanos, aunque la mayor parte de los jóvenes que sí estudiaban -no como los amigos de mis hermanos- seguían conservando la tradición forzada de vestirse como “gente decente” sobre todo los universitarios y normalistas que siguiendo la costumbre de ser joven y rebelde, al protestar y marchar un mal día de Junio (Jueves de Corpus por cierto), jamás se imaginaron que serían masacrados nuevamente por su propio gobierno a través de un grupo “paramilitar” o de “choque” denominado “Halcones”, -jóvenes como ellos, sólo que con el cabello recortado estilo militar- los mismos que fueron entrenados por expertos en combate cuerpo a cuerpo a mano limpia y/o con armas tan sofisticadas para la época como el fusil M-1, armas que no podían haber llegado solas a las manos de quien fuera sin que lo supiera el gobierno o las autoridades policiacas del país.



¿Cómo olvidar al escapista y mentalista Zovek? Ése que era capaz de conducir un automóvil por la ciudad con los ojos vendados (claro que para entonces no había metrobús, ni segundos pisos) o escapar de sus ataduras colgado de un helicóptero y cuyas hazañas eran transmitidas por la incipiente televisión nacional agrupada entonces en el grupo Televicentro (hoy Televisa), y digo esto porque hay indicios de que el mismísimo Zovek , ése que era admirado por mis compañeros de la escuela y claro que también por mí, entrenó a Los Halcones en una técnica Mexicana llamada “combateka” y que ocho meses después de la matazón de Junio falleció en un misterioso accidente, al menos eso es lo que dijeron los periódicos de la época.



Después del mentado “Halconazo” fueron muchos días en los que lloramos juntos mi madre, mi padre, mis hermanos y yo por no saber nada de mi hermano mayor; Yo para no extrañarlo, ponía los discos que mis hermanos recién habían traído a casa y me imaginaba verlo entrar sonriente por la puerta y decirme haciéndose el enojado: ¡Pero…súbele carnal!



Dicho lo anterior invariablemente le subía a la consola provocando la ira de la jefa que sin consulta ciudadana, referéndum o votación previa siempre reaccionaba de la misma manera: apagándonos el aparatejo aquél.



Temas de moda como In-a-gada-da –vida de Iron Butterfly o el LP más novedoso de la recién fallecida Janis Joplin, titulado “Pearl” con temas como “Move Over” o “Half Moon” que sobra decirlo sólo hacía sonar cuando mi madre se iba de compras al mercado, aunque en no pocas ocasiones, regresó antes de que finalizara siquiera el lado A del disco (sí chavos antes los discos debían voltearse para escuchar todo el material), frustrando mi incipiente formación musical y por lo tanto el ritual chamánico con el que (según yo) haría volver a mi brother.



Para estas fechas ya nuestro tranvía había desaparecido, al menos en lo que respecta al tramo de Taxqueña al Zócalo y en su lugar se había construido el novedoso sistema de transporte colectivo “Metro” sobre el mismo derecho de vía, las personas que lo comenzaron a utilizar comentaban: “Puedes viajar con una taza de café en la mano sin que se te caiga” hoy en día y con tantos hundimientos diferenciales en el suelo que sustenta a esta obra me queda claro que es verdad, aún puedes viajar con una taza de café en la mano siempre y cuando éste venga en grano y no muy llena la taza, además de que en esos tiempos su uso no era muy popular como lo es hoy, que ya se ha convertido en parte del paisaje urbano y producto de primera necesidad para millones de usuarios diariamente.



Para nosotros afortunadamente aún existía la opción del camioncito que nos llevaba a Churubusco cada tercer día, lugar en el que se ubicaba el laboratorio del “Japonés”, sitio en el cual mandábamos a revelar el material fotográfico de mi padre, que se convertía después en el sustento de la familia, para lo cual debíamos bajarnos (mi hermano Miguel y yo) en la siguiente parada después de pasar por el túnel (deprimido le llaman hoy) de Taxqueña, justo enfrente de una casa de materiales para construcción.



En esa especie de glorieta se ubicaba una estatua ecuestre monumental de Don José María Morelos y Pavón que simulaba cabalgar hacia el sur, justo a un costado de la gasolinera que aún persiste en el mismo lugar, la estatua ecuestre después fue trasladada a la Alameda del Sur y su antigua base es ocupada hoy en día por chavos de la calle e indigentes que sin otra opción, utilizan el pradito como tendedero o casa habitación. En la nueva ubicación de Don José María sobra decir que ya no mira hacia el sur, sino que más bien parece dirigir su mirada rumbo al ajusco o a la Unidad Independencia.



La Revolución (no la de Emiliano Zapata) sino la mental, venía encarrerada y no se detendría sino hasta pasado el Festival “Rock y Ruedas” en Avándaro, Estado de México, festival que rebasó por mucho la expectativa del gobierno y que espantó a las buenas conciencias de la época, desatando a los demonios de la censura, los diarios de la época mayoritariamente destacaban los “excesos” de los jóvenes y poca o nula atención dieron al fenómeno social que estaban atestiguando, no lo entendieron o no lo quisieron ver, cegados por el poder del “Chayote” gubernamental, ésa era otra manera de hacer la “guerra sucia” no a la guerrilla armada que estaba en pleno florecimiento, sino a la juventud de ésa época.



Ni que decir de la oleada de clausuras y cancelación de permisos para los de por sí pocos conciertos de rock que se habían programado, acciones que inevitablemente empujaron al rock nacional y a sus jóvenes seguidores a los “hoyos fonkys” o terrenos baldíos.



Por cierto que, como resultado de mis rituales chamánicos (al menos eso quise creer en aquel momento) mi hermano mayor reapareció casi mes y medio después, estuvo escondido en alguna casa amiga convaleciendo de una herida de bala que le atravesó la pantorrilla y a buen recaudo de los servicios de “inteligencia” del gobierno que, como jauría hambrienta, no dejaban de rastrear a todo aquél que hubiera estado cerca de la Normal Superior aquel nefasto 10 de Junio de 1971, nada que ver con lo declarado por Luis Echeverría en su primer informe de gobierno y que textual decía: “…Nadie es perseguido por el disfrute de sus derechos políticos y el disfrute de sus libertades. No pretendemos uniformar el pensamiento, sino, por el contrario, aspiramos a que la crítica reflexiva y de buena fe, contribuya al progreso social.” ¿Buena fé?, me pregunto mientras subo el volumen de mi mp3 en el momento mismo en que comienza a sonar “Nasty Sex”.





Bibliografía y links:



http://maph49.galeon.com/avandaro/revolucioezapata.html

http://www.diputados.gob.mx/cedia/sia/re/RE-ISS-09-06-14.pdf

http://www.youtube.com/watch?v=ER2yhZ_346chttp://www.youtube.com/watch?v=ER2yhZ_346c

http://www.youtube.com/watch?v=UIVe-rZBcm4

http://www.youtube.com/watch?v=dFCpaDEM3Mc


Nota: Para los amigos lectores que nos siguen desde diferentes partes del mundo les comunicamos que en la próxima entrega de “Mentes en Construcción” se integrará un breve glosario de los términos utilizados en el Texto.

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