martes, 29 de marzo de 2016



La Casa del Peral
http://www.hogarus.com/cultivo-peral_908.html

La casa de Daniel, el amigo de mi hermano colindaba en la parte trasera con una enorme casa abandonada en cuyo descuidado jardín habitaba un frondoso peral.

Nosotros, asomados por encima de la barda veíamos de lejos como se doblaban las ramas por el peso de tan tremendos frutos y es que una sola pera podía ser  tan grande como la cabeza de un gato adulto.

Aquella tarde, sin mucho que hacer y con el sol en ruta hacia el poniente, armados de dos bolsas grandes de esas que las mamás usan para el mandado decididos, brincamos la barda (yo con algo de torpeza lo confieso) y nos adentramos en el jardín lleno de hormigas y hojas putrefactas, lentamente llenamos nuestras bolsas con una gran cantidad de peras, comimos algunas ahí mismo y a cada mordida nos escurría jugo tan dulce como la miel entre los dedos, reíamos como tontos hasta que  algo nos llamó la atención, estábamos dentro no sólo del jardín, sino de una vieja casa abandonada!!

Teníamos por fuerza que "explorarla", dejamos muy cerca de la barda nuestro frutal tesoro, buscamos unos palos sólo por si acaso y decididos entramos a las habitaciones de la planta baja, las puertas estaban abiertas y se notaba que algunos gatos habían hecho su dormitorio encima de unas cajas de madera desvencijadas, había trastes en la cocina, algunas ollas de barro y cazuelas rotas colgadas de clavos enormes sobre lo que fué el fogón.

Un comedor rústico pintado a brochazos, las sillas con el tejido roto, leña llena de telarañas y mucha tierra en el piso. Lentamente subimos por la escalera interior al segundo piso, entramos a las habitaciones que al estilo de ésa época tenían puerta central que permitía comunicarse entre ellas, un teléfono viejo en el piso, un banquillo de madera y un armario cerrado en dos de las tres habitaciones.

Un armario!...teníamos que abrirlo para ver que contenía...forzamos las viejas chapas y cuando la segunda puerta cedió, justo en ese momento se escuchó que alguien quitaba la cadena del portón de fierro que daba a la calle.......enmudecimos y nos quedamos congelados en el segundo piso.........

Se escuchó que cerraban el portón y cómo alguien caminaba por el patio....¿que hacemos? nos preguntamos aterrados...
Escondámonos en los armarios!...sin hacer ruido nos ocultamos, mi hermano y Daniel en uno y yo en otro.....el corazón se me salía del pecho mientras que por una rendija del armario miraba atento los movimientos que intentaran hacer mis cómplices.....esperamos callados, dos...cinco...diez minutos..no se escuchaba nada afuera, armados con nuestros garrotes decidimos salir del escondite y enfrentar al intruso pero....no había nadie!

Llenos de terror corrimos a la parte trasera del jardín y saltamos con nuestro recién hurtado tesoro, primero Daniel que conocía el camino, después mi hermano y yo muriéndome de miedo al final por ser más ligero me podía jalar hacia arriba mi hermano sin el riesgo de estorbarles en la huida.

Justo cuando aterrizábamos en lugar seguro se escucharon cuatro disparos, primero uno, luego de unos segundos otros dos seguidos y un minuto después otro más...

Pasaron algunos días y una tarde le preguntamos a la mamá de Daniel que si sabía algo de ésa casona, lo que nos contó forma parte de las tragedias que han sucedido en Xochimilco, resulta que una mujer, llena de celos, esperó a que su esposo regresara por la tarde de trabajar, cuando el hombre cerraba el portón de la calle, ella desde el segundo piso le disparó sin acertarle, después de unos segundos le disparó en el pecho a sus dos pequeños hijos y finalmente se suicidó, esto que cuento es cierto y nos ocurrió estando muy chavales, hoy la vieja casona no existe más pero cuentan los veladores del almacén que hoy es, que a veces se escuchan disparos como si vinieran de adentro de la tienda.

1 comentario:

Unknown dijo...

Soy tu fan número uno <3